¿Es derecho a elegir, o a quitar la vida?

Por: Roberto Leiva | El Salvador

Derecho a quitar la vida

Cuando los movimientos pro-aborto intentan infundir dicha idea como un derecho, no estamos ante sino, una excusa para propagar aún más la cultura de muerte, así no les guste a quienes pertenecen a esta corriente.

El “derecho” de la mujer de abortar, o el derecho a la vida; es una dialéctica tremenda que se ha enfrentado en busca de proteger intereses, desde un punto de vista imparcial. Pero, francamente, el derecho a llevarlo a cabo, no es algo que deba tomarse a la ligera juzgar, hay una serie de aspectos que hay que tomar en cuenta para intentar entender esta premisa.

La motivación por acabar la vida como la conocemos, puede que inicie por síntomas de irresponsabilidad de forma clara, en todas sus formas.

Por ejemplo, una frase como: “Quiero disfrutar de mi sexualidad” da para muchos señales claras de conocer qué es lo que quieren, de ser libres y ser autónomos, sin embargo, la mujer puede arrastrar con la consecuencia lógica de un embarazo, a menos, de que utilice un sinfín de métodos para no quedar en cinta, y claro, imposible que éstas medidas no repercutan en la salud. Científicamente comprobado.

Entonces, el derecho a decidir sobre su sexualidad, entra en contradicción con su decisión de cómo quieren mantenerse en salud, parece que no les interesa decidir sobre ésta última. Las emociones, el experimentar el placer sin ataduras ideológicas ni religiosas y la que denominan “libertad” están por encima de su bienestar psicológico y físico. ¿Puede alguien así decidir con coherencia bajo la ética? Respóndase usted.

El derecho a abortar está claramente disfrazado de forma tal, que muchas personas oprimidas, frustradas, infelices, encuentran coherente y lógica para satisfacer sus placeres egoístas.

Derecho a asesinar a un ser humano lo encuentran de lo más normal y progresista. ¿Pero progresar a qué pregunto? Hacia la igualdad de género no puede ser, imposible.

Muchas mujeres dirán que no tengo propiedad para hablar sobre una postura en contra del aborto. Creanmé que es difícil ser hombre y referirme al tema, porque esta no es una cuestión que solo a ustedes les compete, con todo respeto, sino también a nosotros, que favorecemos 100% a la generación de un nuevo ser humano; aquel que para las corrientes feministas es como tal hasta luego de las 22 ó 24 semanas. Antes es nomás un parásito, reclaman.

Así que no es un tema exclusivo de la mujer, y por tanto, no pueden pretender igualdad con el derecho a terminar con una vida por la razón que sea.

El aborto en la inmensidad de casos, es pensado no por cuestiones de salud, sino más bien por cuestiones socioeconómicas. La coincidencia de riesgo de morir en un embarazo tanto en la madre como en el no nacido, en definitiva no es un común denominador en la mayoría de casos. Y por casos muy especiales, se quiere dar pie a una ley abortista, que favorezca en todo caso a quienes por razones socioeconómicas sí quieran hacerlo.

Dos casos puntuales. Conocí a una mujer que abortó por razones socioeconómicas, aunque su razón principal decía era lo económico, lo cual no me parecía nada extraño si su premisa de vida coincide con “Libertad”, “Sexualidad libre y plena” y “Poder de decisión”; tenía un motivo también social muy fuerte el cual no quería admitir.

La susodicha quería mantener una vida sexual activa, sin ataduras. La sola idea de criar a un ser humano seguro interfería inequívocamente con su posición. A parte que las críticas sobre sexualidad irresponsable de parte de su círculo de relaciones interpersonales le arreciarían, la carga de ser una madre cuando no estaba preparada etc, etc. Si tomamos en cuenta que ni tan siquiera asume las consecuencias de su forma de disfrutar de su sexualidad, ¿cómo puede entonces decidir sobre una vida que no es la de ella?

Luego, un caso más ajeno a mi círculo vital de relaciones. La mujer que fundó la organización sin fines de lucro, TFMR Ireland, deseaba con todas sus fuerzas quedar embarazada de su tercer hijo. Cuando llegó el momento, en los meses de gestación los médicos le informaron que el ser que llevaba dentro tendría problemas que dificultarían mucho su desarrollo en la vida. La mujer decidió que era necesario abortar ya que no sería feliz al tener que lidiar con un hijo que no sabría cómo crecería. Pregunto, ¿alguien que deseó con todas sus fuerzas una nueva criatura por AÑOS es coherente que ya no la desee en cuestión de semanas?

Más tarde la mujer tuvo que viajar de Irlanda a Reino Unido para llevar a cabo el aborto tan ansiado, ya que las leyes en la isla celta no se lo permitían. Ahora lo permiten, pero si el bebé supone peligro de muerte en absoluto para la madre.

Conocí un caso en la Argentina de Cristian Mariano Deppeler, alguien que había sido diagnosticado por los doctores durante su gestación que carecería de motricidad total, siendo luego de nacido un vegetal. La madre decidió no abortar por eso y lo tuvo. Deppeler tiene evidentes problemas de sus funciones motoras, pero el tipo más de dos décadas después cuenta por sí mismo que logró hasta graduarse de Licenciatura en Comunicación Social. La ciencia muchas veces no tiene la última palabra, pero para muchos tiene la razón absoluta, cuestión de discusión para otro día.

Para mí la decisión de abortar no es más que pro-muerte desde donde se le quiera ver. Parece que los valores y la ética no van en absoluto con el pensamiento de muchas personas en este Siglo XXI. Si este es un paso para justificar muertes, no quiero pensar en el valor que le dan su vida misma; y si es así, cuánto valen entonces las vidas ajenas para éstas, quizá nada.

Si creen que me he tomado a la ligera el tema, citar casos reales y verídicos sobre el “Poder de decisión” me parece que les contradice, porque no solo pasa por mi motivación de defender la vida así nomás, expongo casos para que evalúen y se replanteen qué significa para ustedes una VIDA. ¿Es lo más preciado que hay en el universo, o es tan solo un número, un ser humano, una célula, un parásito más? Les dejo la “interrogante”.

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