Los valores morales: Una puerta a la felicidad

Por: Elsa Marroquín |  El Salvador

«Tengamos muy presente  que la práctica de los valores morales son los que nos darán la verdadera felicidad»

La sociedad es la cuna del ser humano y por medio de ella, podemos desarrollarnos como tales. Aristóteles afirmaba que el hombre es un ser social por naturaleza y que siendo un ser perfectible, necesita de la sociedad para perfeccionarse.

Sin embargo, muchas veces me he preguntado, ¿qué estamos haciendo para mejorar cada día?, ¿cómo están los  valores morales en la sociedad y especialmente en El Salvador? Actualmente, la población  tiene serios problemas de conducta. Y como es lógico, no es posible estandarizar los parámetros que rigen nuestras acciones. Vivimos en una sociedad que propicia creencias equivocadas, que promueve valores falsos y que tiene mal establecidas sus prioridades.

A menudo escuchamos hablar de valores morales en la familia, escuela, universidad y trabajo pero, ¿en realidad sabemos lo que eso significa?

Los valores morales son pautas que orientan el comportamiento humano, son  pues, captados como un bien; ya que se le identifica con lo bueno, perfecto y valioso. En efecto, estos valores surgen primordialmente en el individuo, por influjo y en el seno de la familia. Un ejemplo de eso es cuando a los niños se les enseña a ser honrados, a utilizar de manera adecuada su libertad, a amar y ser solidarios con los demás. Sin embargo, en este mundo, los valores van decayendo. Vivimos en una cultura donde las apariencias cuentan mucho y donde los bienes materiales tienen más valor que el interior de una persona.

La familia al ser la base principal de la educación de todo ser humano, debe, a través de los padres, inculcar y formar en valores. Actualmente, los jefes de familia no desempeñan adecuadamente su rol. Añadiendo a esto, la crisis de la familia, las separaciones y el mal uso de la libertad. Al igual, las redes sociales y los medios de comunicación atacan los valores cristianos, volviéndolos poco atractivos y desfasados. Esto ha llevado a una pérdida de disciplina y de respeto, tanto en el seno de la familia, como en el colegio y en la sociedad en general.

Ahora es cuando tenemos que cambiar.  “No vivamos a mil” tratando de agradar a todos. Por el contrario, vivamos como  jóvenes auténticos. Tengamos muy presente  que la práctica de los valores morales son los que nos darán la verdadera felicidad. Como jóvenes, seamos motores que guíen a las futuras generaciones, practiquemos la amabilidad, la responsabilidad, el respeto, la humildad…, para que de esta manera nos perfeccionemos humanamente y vivamos en mayor calidad.

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