Están aquí y llegaron para quedarse

Por: Laura Morataya |   El Salvador

¿Te has preguntado alguna vez si conoces verdaderamente el concepto de virtud?

¿Sabías que la mayoría de la población mundial considera que las virtudes humanas están obsoletas?

Hoy vengo a decirte lo contrario. No te sorprendas. Las virtudes siguen siendo tan populares como antes.

Así como un atleta que se prepara para ir a las olimpiadas, así debemos prepararnos para la vida. No basta con vivir  para uno mismo, sino que también para hacer el bien a los demás. Las virtudes son aquellos hábitos que desarrollamos y que nos hacen ser mejores personas. Regresando a la metáfora del atleta, éste necesita algunas prácticas (hábitos-virtudes) para llegar a su meta: los juegos olímpicos (la perfección humana). Estos hábitos no llegarán de la noche a la mañana, se necesita una lucha diaria y comprometida.

Algunas personas piensan que las virtudes humanas están ligadas a una religión o a una época determinada. Sin embargo, existen algunos hombres que ni creen, ni esperan en Dios y que, no obstante, tienen virtudes, cualidades positivas indudables: son prudentes, justos, generosos, alegres…Las virtudes no son exclusivas de un credo, de una edad o de una nacionalidad. Éstas son practicadas por aquellos que siguen su naturaleza humana: la de elegir el bien.  Se me viene a la mente un ejemplo muy sencillo y práctico: cuando nos preguntan cómo quisiéramos que fuera nuestro futuro esposo o esposa, siempre mencionamos virtudes. Desearíamos que fuera responsable, alegre, ordenado, prudente, etc. Nuestra naturaleza está dirigida hacia lo bueno. Sin embargo, muchos no ponemos el empeño ni los medios para alcanzarlo.

Todos sabemos que un hombre está compuesto por cuerpo y alma. Esta alma posee intelecto racional y voluntad libre, inteligencia y capacidad de querer -qué hacer y qué no hacer-. De ahí surge la verdadera libertad, del apetito sensitivo, que es la inclinación de buscar el bien y evitar lo que no te conviene. Por eso exigimos virtudes, porque nos parecen muy atractivas.

En nuestra vida, todos hemos tenido predilección por algún objeto, acción, persona o pasatiempo. Lo que nos parece atractivo, reúne un mínimo de características basadas en nuestro gusto personal. Retomo las palabras de José Galera en su libro Sinceridad y Fortaleza: “Cuando un instrumento de trabajo reúne cualidades diversas que me hacen agradable y fácil su utilización, siento por él una especial predilección que se manifiesta en su frecuencia de uso, prescindiendo de cualquier otro similar que, quizás sea de mejor calidad, pero que para mí no tiene las características preferentes del primero. De este instrumento podemos decir que tiene unas cualidades, unas características, unas virtudes que lo hacen especialmente atractivo y amable”. En alguna manera, el hombre es como ese instrumento. Si nos dedicamos a formarnos en valores, llegaremos a perfeccionar algunas cualidades de nuestra personalidad y seremos más atractivos interiormente.

No te desanimes. Las virtudes no son imposibles de alcanzar. Lo importante es que la práctica de ellas nos ayude a ordenar nuestras pasiones y nos haga más libres de aquello que nos aprisiona. Recordemos que aquellos actos acompañados de virtudes nos dan rectitud y orden en la vida y perfeccionan nuestras facultades humanas.

¿Sigues pensando que ya pasaron de moda?

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