Lo que pasa cuando te ordenas…

Por: Laura Morataya | El Salvador

“Para buena vida, orden medida” -Anónimo

Me he tomado el atrevimiento de escribir sobre esta virtud, que a mí parecer, es una de las más importantes y menos frecuentes de cultivar. Todos sabemos que es muy fácil dejarse cautivar por la primera impresión. Es muy raro que alguien ignore este factor tan decisivo. Usualmente, nos llama la atención aquello  que tiene orden, es decir, que está en su lugar y que se mira agradable a simple vista. Por supuesto que muchas veces estamos influidos por nuestro gusto personal. Sin embargo, el orden atrae.

Pienso. Cuando nos preguntan sobre esta virtud, tendemos a imaginarnos la parte más superficial del orden: libros numerados y organizados por orden alfabético, camas limpias y ordenadas, nuestros zapatos, una fila de carros, los juguetes de los niños… Y no está mal.  Al contrario, esas actividades externas son el resultado de una buena organización. Sin embargo, el orden es algo mucho más profundo que eso. Para actuar de un modo ordenado hace falta tener una estructura mental ordenada. Si se consigue, ésta se reflejará en todos los aspectos de nuestra vida. Da lástima ver que la mayoría de las personas, inmersas en el relativismo moral que atraviesa el mundo, deciden vivir “el presente” sin importar los límites y las reglas. Han llegado a desconfiar de las virtudes, en especial del orden. El bombardeo de los medios de comunicación, las películas, la publicidad, la música… han llegado a desvalorizar esta virtud tan importante. Muestran a la persona como un ser “libre” –vale aclarar que el concepto de libertad que manejan está mal orientado, convirtiéndose en libertinaje- y capaz de hacer lo que quiere, cuando quiere y cuánto quiere. Se olvidan que la propia naturaleza del ser humano está orientada al bien y que la libertad es esa inclinación. Para que nuestras decisiones sean las correctas, tenemos que saber qué es lo más importante para elegir el bien, es decir, priorizar nuestras ideas. ¡Empecemos por ordenar la cabeza! Si no tenemos un orden de prioridad, nuestro interior será un caos y sobrepondremos lo menos importante sobre cosas que sí lo son. Acá es cuando surgen los desbalances entre el trabajo y la familia, entre el estudio y la diversión…

Todos estamos llamados al orden interior. Nuestra naturaleza humana lleva consigo un orden natural que determina las relaciones con otros. Como mencioné anteriormente, el relativismo, junto a otras corrientes filosóficas como el materialismo positivista y el existencialismo niegan este principio.

Pero, ¿cómo puede ayudarnos el orden a llevar una mejor vida? Es sencillo. Si te ordenas, triunfarás. Empieza con lo básico. Un horario puede ser un mecanismo muy común, pero muy acertado. Si estudias o trabajas, es importante que tengas delimitada cada actividad y el tiempo que invertirás en ella. También es lógico que se piense en los tiempos libres. Todos merecemos un tiempo para descansar. Sin embargo, el tiempo libre no es  sinónimo de “no hacer nada”. Simplemente es un cambio de actividad-hay que pensar también en aquellos momentos en los que nuestra carga diaria se disminuirá y planear en qué se invertirá-. Muchos psicólogos aseguran que la batalla del orden se debe ganar en la juventud. Cuánto más cultivada esté esta virtud, más fácil será mantenerla. Hábitos tan cotidianos como la higiene personal, guardar las cosas en su lugar, dejar la ropa doblada, hacer las camas, ordenar los gastos y revisar los pendientes, pueden ayudarnos a mejorar la convivencia con los demás y hacer más provechosa nuestra jornada.

Si comenzamos a practicar lo anterior, podremos llegar a tener orden interior, el que más impacta en la vida. Recordemos aquel viejo dicho: “el orden exterior es reflejo del orden interior”.

Visita la dirección original de esta columna en: www.xpressate.net/lo-que-pasa-cuando-te-ordenas

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