Los bebés se desarrollan, no se fabrican

Por: Richard Stih

Pensemos en algo que pueda ser hecho o fabricado: una casa, un artículo científico o un coche. ¿En qué momento de la cadena de montaje podemos decir que hay coche? Algunos dirán que el coche existe desde que se reconoce su forma. Otros atenderán a criterios funcionales: hay coche cuando se instala el motor o se ponen las ruedas. Y también habrá quienes piensen que sólo existe el coche cuando circula por la calle.

Pero probablemente todos coincidiremos en una cosa: nadie va a decir que el coche existe al comienzo de la cadena de montaje, cuando el primer tornillo se une a la primera tuerca. La unión de dos piezas de metal no se corresponde con la idea de coche.

¿Qué ocurre cuando nuestros amigos “construccionistas” oyen decir que un embrión tiene el mismo derecho a vivir que una persona adulta? El periodista Michael Kinsley refleja muy bien esta postura en el Washington Post: “Me cuesta creer que un puñado de células –más primitivo incluso que una lombriz– tiene los mismos derechos que el lector de este artículo”.

Hay algo de verdad en ese argumento: nada puede ser una cosa bien definida hasta que no adopta su forma completa. Y la forma de una cosa “en construcción” es algo impuesto desde fuera. Lo que no entiende Kinsley es que en el desarrollo de un bebé, la forma está ahí desde el momento de la concepción.

Humano desde el principio

Comparar el nacimiento de un bebé con el proceso de fabricación de un coche puede ser una imagen bonita, pero es totalmente equivocada. A diferencia de lo que ocurre con las cosas, a los seres humanos nadie nos fabrica. Ni siquiera Dios nos fabrica. No existe un constructor externo porque la vida humana no se hace, sino que se desarrolla.

En la construcción, la forma que define a la cosa va apareciendo de manera progresiva, en la medida en que se le van añadiendo detalles desde fuera. En el desarrollo, en cambio, el principio vital  está desde el principio.

A los organismos vivos no se les forma ni se les define desde fuera. Se definen y se forman a sí mismos. La naturaleza o forma de un ser vivo está en sus genes desde el principio, y esa forma empieza a manifestarse desde el primer momento de su existencia. Los embriones no necesitan ser modelados según un tipo de ser. Ya son un tipo de ser.

Versión abreviada del original titulado “Construction, Development, and Revelopment”, que se publicó en Life and Learning 105-113 (2006)

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