La familia, primera escuela

Por: Roberto Leiva | El Salvador

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La familia. Concepto tremendamente retomado en las clases de sociales de la escuela. Unidad fundamental de la sociedad, etc, etc. Nos lo repitieron a todos hasta que salimos de bachiller. Pero ¿asumimos el valor incalculable de lo que representa?

El tema de la educación es desde Platón, inmenso filósofo de la Grecia Clásica, motivo para perseguir la verdad en todos los ámbitos. Hay un debate que no debería de existir, uno que la sociedad occidental propone pero no termina de resolver. ¿La educación lo es todo? No. ¿La educación empieza desde la escuela? Tampoco.

 La educación comienza desde el hogar. Así esté fracturado o no. Sea en un orfanato, una casa, un convento. Si se omite desde el hogar la educación, los reclamos y lamentos posteriores se quedaran en eso, sin efecto.

El tema de que cada vez queda menos tiempo para educar a los hijos es la excusa más utilizada. Repetir hasta la saciedad que no se dispone del espacio suficiente para atenderlos, siempre encuentra entre los acompañantes más recurrentes el «No le falta nada»: Estudios, vestimenta, alimento. Y aparte quieren que los profesores les resuelvan todo el dilema moral a los hijos. Increíble.

No entiendo por qué cargar a los docentes con responsabilidades que no les corresponde. Cada quién tiene obligaciones dependiendo del rol que tenga en la vida, y quienes decidieron ser padres, deben ser responsables de la educación de sus hijos enfocandosé en los valores que los formarán.

Es importante abordar a los hijos en cuanto a valores lo antes que se pueda. No hasta que aprendan a leer, o a escribir, o a dominar la aritmética. Es necesario ayudarles a moldear pronto su parte moral. Si esperan a que el colegio o escuela lo haga, pues después no deberán quejarse de la construcción moral de los hijos.

Tan simple como un partido de fútbol. Al jugador, el técnico lo prepara muchos días antes de encarar un partido, le dice que lo debe ganar, que de el máximo, que tenga precauciones. Lo que debe y no debe hacer.

 Ahora bien ¿Qué pasa cuando todo lo mencionado se le haga saber al jugador hasta que haya jugado 80 de 90 minutos totales de un partido? Seguramente muchas cosas, menos algo bueno. Tratará de reaccionar lo más que pueda ante la adversidad y el desconocimiento antes de que termine el duelo, no reaccionará, reclamará que por qué no se le dijo antes, hará caso omiso, no lo aceptarán en fin.

Esos noventa minutos bien podrían ser la frontera entre la adolescencia y la adultez. Por lo general los cambios drásticos en cuanto a carácter no pueden darse de forma natural después de la etapa de adulto. Hay padres que hasta en la adolescencia tratan de abordar a los hijos, cuando nunca lo han hecho. Inmenso error. Le intentaron dar indicaciones en el minuto 85, a cinco minutos de que expire el partido.

Enmendarlo después, sería solo un milagro.

Como pareja, hay que entender que después las emociones llegan las responsabilidades. Es un principio inmutable del desarrollo de una familia.  Quien no quiera asumir la educación como un deber familiar, tendrá que admitir cualquier cosa, y no esperar a que una nueva generación goce de valores rescatados desde la familia. Podrá tener buenas calificaciones, o tal vez no. Pero independiente del escenario, carecerá seguramente de valores, y aprenderlos fuera de la familia, donde TODO se relativiza, no es justo, para nadie.

Platón, quien creía que la educación lo era todo; se le dio la tarea de educar a un adolescente, era el heredero del rey. Un par de semanas después, Platón tiraría al fuego todos sus papiros de la educación como panacea de todos los males que engendra la ignorancia. «Este chico es un necio, un malcriado; debo ceder en lo que se me ha encomendado».

5 thoughts on “La familia, primera escuela

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