Tener menos hijos o tener más hijos

Por:  Melissa Núñez | El Salvador

dia-internacional-familia-blog

Nos preocupa el hecho de que nuestra sociedad actual parece cada vez mas deteriorada, más deshumanizada y menos segura. Ponemos esto como excusa pesimista de que el mundo no es un lugar para traer hijos a sufrir. Pero si lo que abunda ahora es el mal, ¿No necesita el mundo entonces que haya cada vez más personas que hagan contrapeso?

Es una labor tremendamente  urgente educar ciudadanos con el valor y la determinación de querer cambiar el mundo. Esta es una labor que nos corresponde a todos desde nuestra  realidad: como estudiantes, profesionales,  miembros de una iglesia,  movimiento civil, líderes, orientadores, activistas, pero sobre todo educadores y padres. En  nuestras manos está el poder alcanzar tantas personas como podamos, especialmente niños y jóvenes pero también a todos los que quieran participar en esta cruzada.

No es lógico que nos resignemos a los vicios y problemas de forma indiferente o irresponsable. No es constructivo quedarse en la queja o el interés por unos pocos. No es justo que sean las personas equivocadas, sembradores de antivalores quienes promuevan más su anticultura. Tampoco es lógico que sean los menos preparados para educar  quienes nos ganen en la labor de tener más hijos. Es imperativo tomar el control educando más gente, enseñando a pensar y fomentando virtudes de convivencia y tolerancia. Es una obligación moral el ejercer este derecho y deber de transformar nuestro alrededor.

Este es un llamado a todos los ciudadanos, gobernantes, y sobre todo a los padres de familia   a ahogar el mal en abundancia de bien. La solución a los problemas sociales no es dejar de tener hijos, ni emigrar, tampoco es encerrarse a protegerse, mucho menos quedarse a ver el panorama sin  actuar. La actuación social comienza con el respeto a la vida, no hay que evitar a los hijos, hace falta  aceptarlos como miembros de un ejército en la guerra contra la propia perdición humana;  sigue con la educación afectiva y la unión familiar para lograr hombres y mujeres estables emocionalmente; luego se requiere educación en valores sólidos, principios firmes, virtudes fuertes. Si lo hacemos así   no hará falta luchar contra tantos políticos corruptos, el aumento  de la  delincuencia, las cada vez más   desigualdades sociales, el incremento de desempleo, ni la  creciente destrucción familiar, las continuas amenazas  a la vida de los más débiles,  ni los imparables  daños ecológicos porque habremos sentado las bases para que las personas mismas quieran servir a la sociedad en lugar de aprovecharse de ella. Serán menos quienes abusen de otros.

Muchos de estos problemas comienzan en la falta de protección a los débiles, y  a la familia que es la estructura básica.  Hace falta invertir en la protección a la familia y a los humanos más débiles (enfermos, niños, ancianos, mujeres, no nacidos, pobres) como primer medio para lograr la paz   y el respeto. No le corresponde solo al gobierno, hacer todo   para este propósito, falta sin embargo el apoyo humano de quienes cuidan de ellos, y estos son los miembros de la familia de esos seres débiles.

Nuestro país necesita inversiones y equilibrio económico, necesita empleos y promoción de estrategias de desarrollo, pero antes que todo eso necesita seres humanos y familias que los reciban y los eduquen en valores para la   paz,  la tolerancia   y  el servicio a la sociedad.

Se necesitan familias bien conformadas  que enseñen  a sus hijos a vivir estudiando y trabajando para servir a los demás, comenzando por sus hermanos, padres y abuelos, luego a todos. Aquí comienza el construir un país nuevo a corto plazo. Hay que rescatar a la sociedad. Evitar hijos en lugar de tenerlos y educarlos en un suicidio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *