¿Qué es la vida?

Por: Monica Suriano | El Salvador

Que es la vida

¿Qué es la vida? Es una pregunta que nos hacemos todos al llegar a la vida adulta, ¿Para qué hago esto? ¿Cuál es el propósito? ¿Qué significa respirar, levantarse, cumplir un horario, saludar a todos de buenos días, cumplir con el estudio o el trabajo, socializar con los familiares, gente de trabajo y amigos? ¿Qué es comer, hacer ejercicio, descansar, ver televisión, leer un libro, ir al mar, viajar? ¿Qué es rezar, adorar a Dios, adorarse a uno mismo o adorar a los demás? ¿Qué es la vida, vanidad, belleza, fealdad, aparentar o ser uno mismo? ¿Qué es la vida, sufrimiento, alegrías, pobreza, riqueza, cárcel, esclavitud, subyugarse al otro, o no subyugarse al otro? ¿Es la vida entregarse gustosamente a los demás, hacer la vida de los demás mejor y alegres, es la vida ser un héroe para los que viven, los que vivieron y los que vendrán? Los filósofos en todas las culturas y en todos los tiempos se han preguntado esto ¿Qué es la vida? ¿Es la vida, un juego, adonde jugamos todos los días, todo tipo de juegos y estrategias como en un partido de futbol o de basquetbol? ¿Es la vida un juego de ajedrez, adonde jugamos en contra de los demás, y tenemos estrategias de poder y de acaparar cuanto podamos? ¿Es la vida adonde estudiamos, trabajamos, y hacemos dinero, para luego al final de nuestras vidas, descansar en una hamaca viendo el mar o las montañas? ¿Es la vida, gozar de todo tipo de placeres, solo buscando el placer como manera de subsistir y seguir adelante? ¿Es la vida emborracharnos o drogarnos y no poder ver alcohol porque lo agarramos para pasar bien el rato, dado a nuestra neurosis? ¿Es la vida buscar el máximo poder, fama, dinero para gobernar sobre los demás?

¿Qué es la vida? Una persona que experimento todo esto y más, fue Agustín de Hipona, vivió la vida al máximo, viajó, estudió, pasó noches de parranda con hombres, tuvo novias, amantes y un hijo, pero su corazón no descansaba hasta encontrar la raíz de su existencia. Encontró a Dios, luego de años de búsqueda y quedar inquieto por décadas.

En 385 Agustín fue a Milán donde se produjo la última etapa antes de su conversión: empezó a asistir como catecúmeno a las celebraciones litúrgicas del obispo Ambrosio, quedando admirado de sus prédicas y su corazón. Entonces decidió romper definitivamente con el maniqueísmo. Esta noticia llenó de gozo a su madre, que había viajado a Italia para estar con su hijo. Los platónicos le ayudaron a resolver el problema del materialismo y el del mal. San Ambrosio le ofreció la clave para interpretar el Antiguo Testamento y encontrar en la Biblia la fuente de la fe. Por último, la lectura de los textos de San Pablo le ayudó a solucionar el problema de la mediación y de la gracia. Según cuenta el mismo Agustín, la crisis decisiva previa a la conversión, se dio estando en el jardín con su amigo Alipio, reflexionando sobre el ejemplo de Antonio, oyó la voz de un niño de una casa vecina que decía: toma y lee, y entendiéndolo como una invitación divina, cogió la Biblia, la abrió por las cartas de Pablo y leyó el pasaje. Al llegar al final de esta frase se desvanecieron todas las sombras de duda.

Entonces regresemos a nuestra pregunta. ¿La vida es Vida y es Sagrada, entonces que hacemos aquí? ¿Hay vida después de la muerte? ¿Después de que nos muramos, y nuestros cuerpos se corrompan en putrefacción, hay vida después de esto? ¿Hay un Amor que nos espera después de esta vida? Si no lo hubiera, entonces creo que no sirviera de nada ser bueno, porque ser malo diera lo mismo. Sin embargo, nos encontramos que los que viven una buena vida, con responsabilidad, amor y justicia, son felices, más lo que viven una vida de relativismo y maldad son miserables e infelices. ¡Si hay una diferencia, y es palpable! ¿En 100 años cuando todos los que vivan acá hayan muerto, nos veremos en el cielo, en el purgatorio o en el infierno?

Si existen estos, significa que un Supremo Amor, que en este caso le llamaremos Dios, nos expone nuestros corazones al final de nuestra vida y separa a las ovejas de los cabritos, y los justos van a la vida eterna y los demás se quedan sin Dios como quisieron.

¿Por qué escribo esto en un blog pro-vida que promueve la dignidad y lo sagrado de la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural?  — Porque todos los que defendemos la vida por causa natural, a veces debemos de llegar a la raíz de la existencia, ¿si no entendemos la causa de la vida, como podemos defender la vida de los más indefensos en el vientre de su madre y su muerte natural en todas las etapas de la vida? ¿Por qué si la vida, no vale, entonces, que hacemos defendiéndola a gritos en los techos de las casas? ¿Por qué si somos una acumulación de células, que nada importa, entonces que importa? ¿Entonces, si tu vida y la mía, no importa, que hacemos? ¡¿Qué importa?!  ¡NADA! Ves que llegas a una conclusión bastante ilógica. Nada importa. Entonces—Nada vale. Esto, solo te lleva a una conclusión tan errónea. ¿Piensas que eso es así? Que la vida tuya y de nadie no vale. ¿Crees que esto es razonable? ¿No te parece esto ilógico? ¿Crees que todo lo que tú has sufrido, estudiado, trabajado, amado, disfrutado no vale la pena?

¿Crees que por eso, nadie merece vivir? ¡No! Tu vida tiene un valor infinito, y tú lo sabes, al igual como la vida de todos. Y los que hemos vivido hemos visto lo rico que es caminar en la playa, ver el amanecer, bailar, soñar, mejorar, crecer, amar, ayudar, servir. Y también, fracasar, caer, perseverar, luchar, enderezar el camino y redimirse.

¿Ves que la vida vale la pena en todas las etapas? ¿Qué los valores conyugales y familiares valen la pena? ¿Ves que todo llegara a su cauce, eventualmente, en un Ser Supremo, en tu amada(o), en la familia, en el Amor. ¿Si crees que nada vale la pena, porque luchaste, ayer, anteayer, años atrás, y cuando eras bebe? ¡Porque vale la pena!  ¡Todo vale la pena! ¡La vida, vale la pena! Y de los momentos amargos, y de esos malos momentos, vendrán buenos despertares, en los que veras atrás, y dirás, “vaya, gracias a Dios luche, valió la pena luchar”. “Y esto es lo que le quiero enseñar a los demás.” ¡Yo soy testigo de que la vida vale la pena!” “Y SE LO QUIERO DECIR A GRITOS!” ¿Ves, no estamos locos, defendemos la causa Pro-Vida a gritos!” Y muchos dicen también le agradezco a Dios y a todos los que son parte de mi vida, porque me cuidaron, porque me hicieron mejor, porque me purificaron, porque me ayudaron, porque me hicieron el hombre y la mujer que soy hoy!” Y AMO LA VIDA. ¡La vida es esperanza, de amantes y de guerreros! Y por eso defendemos a todos los guerreros, en las trincheras en las que estén- ya sea en el vientre de una madre, en sus 20s, 30s, 40, 50s, 60s, 70s, o muriendo en su cama como “burgueses” pero llenos de Amor después de más de 120 años de vida

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