La ecología de la familia

Por: José María Alba | México

Un árbol necesita sol, dióxido de carbono, agua y tierra enriquecida con nutrientes para poder crecer y dar fruto. A cambio, nos entrega aire limpio, pues toma el dióxido de carbono para alimentarse y nos entrega oxígeno puro. Si no le falta nada de esto, es capaz de reproducirse en más árboles y dar frutos al mundo, además de sombra y barrera contra las corrientes de aire más frías o calientes. Todo esto lo puede hacer, por su naturaleza, solo. Sin embargo, si tiene los cuidados del hombre como ayuda, se observan en la mayoría de los casos los mejores resultados.

Ahora me gustaría plantear el caso de la familia. En este punto, el lector se estará preguntando, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? La familia, podemos aseverar, es bastante parecida a un pequeño árbol. ¿Por qué? Pues porque, al igual que un árbol, requiere de un entorno enriquecido con los nutrientes y la presencia del sol, tan necesarios para crecer y dar frutos. Pensemos en un país en el que se invierte a partes iguales los recursos necesarios tanto para promover la educación integral de sus ciudadanos y como también para promover esa instrucción técnica de calidad que busque la perfección de las ciencias aplicadas. Al hacer esto, este país está garantizando una tierra fértil para que crezcan sus familias.

El sol, de manera natural, llega hasta los árboles para ayudarles a procesar ese dióxido de carbono, agua y nutrientes que absorben, para convertirlos en ese alimento necesario para crecer. De igual forma, un gobierno que asume una postura paternal, más no paternalista, al ayudar a sus familias a crecer y lograr su misión mediante fondos de fomento a la empresa familiar, seguro popular, educación gratuita y de calidad, entre otras cosas, puede compararse con ese sol. A cambio de los cuidados, las familias sanas producen y limpian, al igual que los árboles, a los ciudadanos (cuando llegamos a casa tristes o abatidos por el mundo, nos ayuda a vencer nuestras preocupaciones, traumas y frustraciones y nos empuja a seguir luchando por un mundo mejor) nos entrega ciudadanos fuertes (espiritual, emocional y físicamente). Si no le falta nada de lo que necesita, es capaz de reproducirse en más familias sanas, las cuales ayudan a disminuir la inseguridad, los vicios (sombra, protección, barrera), y potencian el rendimiento de sus integrantes (aire puro). Todo esto lo podría hacer sin la ayuda del gobierno y si el gobierno ayuda se observan resultados mejores, pero no puede hacerlo si el gobierno obstaculiza esto.

Mientras más grande es la familia y más es apoyada por el gobierno, más consume y produce. Es una micro-empresa, base de la economía de cualquier país, porque su principal producto es el que más falta nos hace: ciudadanos sanos y dispuestos a buscar mejorar la sociedad en la que viven. Estos ciudadanos comprarían y producirían mayor riqueza para el país y ayudarían a ordenarlo de modo que todos pudieran crecer de la mejor manera. Alguien podrá decir que contaminarían más, pero lo cierto es que, en una familia bien formada y educada aprendes a cuidar lo que tienes como si fuera a alcanzarte. Aprendes a compartir, ahorrar y a ser ordenado. Es por eso que no veo cuál es el problema con las familias grandes, que muchos se plantean. Ésta señores, es mi propuesta de una alternativa para promover la ecología, que valdría la pena tomar en cuenta: la ecología vista integralmente. No tengo estudios en el tema, pero no se necesita ser un genio para dar con lo que propongo, basta con el sentido común para darse cuenta que las cosas pueden funcionar mejor si se impulsa a la familia. Si el gobierno se diera cuenta o se quisiera enterar del mal que hace a la economía al no impulsar a la familia para que crezca sana y grande, y así empezara a abonarle más a ella, sin duda tendríamos un gran avance como sociedad.

Chesterton decía: “Quienes atacan a la Familia no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen”. Ojalá los gobiernos protegieran y promovieran a las familias, ya que puede ser que no sepan el bien que hacen.

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