Anticonceptivos en las Universidades

Por:  Melissa Núñez | El Salvador

Safe Sex

Todos los centros educativos tienen una misión en la que se plantean formar personas integrales para aportar personas con ética a la sociedad. Debe revisar cada uno si realmente tiene claro los conceptos de persona, integral y ética

Los últimos avances tecnológicos, las instalaciones y certificaciones internacionales son un medio para crear profesionales competentes pero no los debemos ver como un fin. Sin embargo, éste avance debe ser reflejo del desarrollo que la comunidad universitaria tenga en lo humano.

Las universidades deben preocuparse antes por formar personas teniendo claro que las personas son más importantes que las cosas. La enseñanza de la ética no se reduce a un semestre sino se vive constantemente en el ejercicio de los valores y virtudes humanas y sobrenaturales. La ética la vive el alumnado, pero antes la viven los catedráticos y funcionarios de todas las facultades y aún antes, las autoridades.

Si escogemos un Colegio o Universidad por los recursos materiales que posee o por sus instalaciones y no por sus valores, si un centro de enseñanza ofrece esos recursos como su mayor cualidad, y si esos bienes se usan para una labor que no ayuda a crecer como personas, esto es un claro desorden en las prioridades.

Algunas universidades  se preocupan  además del plano intelectual, por el área física de sus estudiantes y ofrecen apoyo  a través de su clínica por el bien de la salud. Sin embargo es importante repetir que sin la debida formación moral, es imposible hacer el bien a la persona a pesar de las mejores intenciones que existan.

No es lógico que una universidad use tales recursos pensados para el bien de las personas,  para  apoyar la sexualidad  mal entendida, es decir el libertinaje, ofreciendo anticonceptivos a los estudiantes bajo la idea de que este es un deber de responsabilidad.

Esta es una idea equivocada en el sentido de que la verdadera responsabilidad no consiste en manipular la realidad hasta que uno pueda hacer lo que le da la gana   aún cuando ese actuar le  haga daño a uno mismo y a los demás. La verdadera responsabilidad es la que lo hace a uno  ajustarse a la realidad y apegarse a las reglas por el propio bien y el de los demás. Esa filosofía de la salud y de hacer con el cuerpo lo que yo quiera rebaja la dignidad de la persona y parte de una suposición de que los jóvenes somos débiles, sin voluntad.

¿Por que no ponernos una exigencia más alta y demostrar que si se puede esperar a pesar de lo sugerente y hasta lo descarado del ambiente? ¿Por qué no pensar en nosotros como seres que tienen todo el poder de pensar, analizar y escoger lo mejor para nosotros mismos, las personas que queremos y los que serán nuestros hijos? ¿Por qué no valorar nuestra sexualidad como algo que se guarda?

Hay que leer, investigar y pedir consejo a gente con mucha formación moral para entender cual es la magnitud de la sexualidad en la persona, y por tanto el gran  daño que trae a quien la usa sin estar consciente de lo que hace. No permitamos que nos convenzan de que somos algo que no somos, seres incapaces de pensar, de elegir y de amar. Aunque cueste, aunque duela, aunque todos  digan lo contrario, a pesar de nuestra naturaleza inclinada al egoísmo, de nuestros caprichos y de nuestros errores,  se puede mantener una meta alta como la de saber esperar por algo valioso como es la familia.

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