El embarazo no es otra enfermedad de transmisión sexual

Por: Sara Larín | El Salvador

NoEsEnfermedad

El Tribunal Constitucional de Perú ha legalizado las relaciones sexuales entre menores de edad y entre adultos con menores de edad señalando que “los adolescentes de 14 años y menores de 18 años también pueden ser titulares del derecho a las libertades sexuales”, (tal como los mayores de edad). “Ya que el ejercicio libre de su sexualidad es indudablemente un derecho fundamental”. 1 No pretendo profundizar, pero tampoco deseo omitir los notables peligros de esta normativa, tales como: ser una Ley precursora del aborto y de su consecuente despenalización o la penosa realidad de que los jóvenes peruanos han quedado desprotegidos de los posibles abusos sexuales provenientes de una persona mayor que tenga cierta capacidad de poder sobre la consciencia del menor, valiéndose de la seducción y manipulación a manera de convencer al menor de que el acto mismo de la violación fue por decisión propia, librando al agresor de la condena.

Sin embargo, en lo que sí deseo profundizar a raíz  de esta deplorable noticia, es en la falta de fundamento que poseen las razones en las que se basa dicha Ley. Es  importante aclarar algunos aspectos con la intención de prevenir alguna iniciativa similar en nuestro país. Se debe tomar en cuenta que esto aún no ha sucedido en países como: Holanda, Estados Unidos o España. Más bien, el desarrollo de dicha Ley tuvo lugar en Perú, una nación rica en población étnica y donde la religión juega un papel vital en el desarrollo social, por lo que puedo asegurar que todo esto es el resultado de la desinformación y  la agenda impuesta por la cultura de la muerte, que vende el sexo libre y sin consecuencias como parte de su “paquete progresista”.

La cuestión es: ¿cuál es el problema de despenalizar el sexo entre menores, si éste existe desde hace tiempo?. El problema radica en que, ciertamente, el sexo entre menores no es algo bueno por el peligro inminente de un embarazo prematuro. Al parecer, falta explicar, tanto a los adultos como a los jóvenes, que el embarazo precoz es un problema social y no una muestra de desarrollo.

El embarazo en adolescentes trae fuertes implicaciones en sus vidas y en la sociedad, ya que la joven pareja difícilmente podrá sostener una familia sana por razones obvias como: falta de independencia económica, carencia de madurez psicológica, emocional, afectiva y moral para realmente poder participar en la buena formación y educación de un hijo, sin olvidar la amenaza a la salud integral del adolescente.

Esto es otro caso más en donde la búsqueda incesante de la igualdad vuelve a ser injusta, ya que las circunstancias en las que sucede el acto sexual no son realmente equiparables. Los mismos jóvenes estamos muy conscientes de que el sexo fuera del matrimonio simplemente está mal, un embarazo adolescente es impropio precisamente por las características de las circunstancias. No porque el embarazo sea algo malo, después de todo, el acto en sí mismo de tener un hijo, no está mal – todos somos hijos de alguien –, sino que, en las circunstancias que ofrece tener un hijo no son favorables.

Se podría abogar al condón y a otros anticonceptivos como “solución” para que los jóvenes puedan disfrutar del “derecho pleno” de su sexualidad. Sin embargo, esto termina siendo una medida desechable, mediocre e irresponsable con lo que debería ser realmente la educación sexual en la juventud.  Considerar la contracepción como respuesta ante las altas probabilidades de que ocurran los “accidentes” de una relación sexual, es dar por hecho que el joven es incapaz de educar su sexualidad y por lo tanto se deben tomar medidas de “auxilio” (como el condón).

Es necesario dejar de considerar el embarazo como otra enfermedad de transmisión sexual, ya que el embarazo no es un accidente. El cuerpo humano está preparado para eso. Un accidente de las relaciones sexuales son las enfermedades de transmisión sexual. En cambio, el embarazo es una consecuencia natural de las relaciones sexuales, ya que tiene como objetivo fundamental lograr esa fecundidad. Por lo tanto es totalmente inapropiado diagnosticarlo como una enfermedad y tratarlo con anticonceptivos. La prevención primaria, que elimina el riesgo de las relaciones sexuales, no es de carácter científico, sino de carácter ético-moral y de comportamiento, las cuales deben fomentar la abstinencia y promover la fidelidad.

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1- La Razón / http://bit.ly/W4VBYz /Wálter Vásquez

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